TESTIMONIO DE UN PACIENTE CON MIEDO A VOLAR

 TESTIMONIO DE UN PACIENTE CON MIEDO A VOLAR

Superar el miedo a volar es una tarea que implica motivación, capacidad de afrontamiento, trabajo duro. He visto algunos casos de desaparición casi instantánea pero he de reconocer que, en mi experiencia, se trata de un trabajo terapéutico que requiere motivación del paciente, confianza en su terapeuta, autopermiso para fallar y continuar, comprensión de las causas y deseo de recuperar la libertad perdida. Al final llegan los frutos. Este es un caso en el que el paciente  me dio permiso para publicar su experiencia y para animar a los que estén en su situación a que hagan lo mismo.


Febrero 2020

Después de 4 vuelos entre diciembre y enero, quería enviarte este resumen sobre el balance personal que he realizado.

- En el primer vuelo (de Madrid a La Coruña) tuve el peor momento justo antes de embarcar, a pesar de tanto trabajo previo, tantas semanas y tantos ejercicios. Finalmente embarqué, tragándome el miedo y muy ayudado por tu consejo de último minuto: observar y escribir con todo detalle lo que iba percibiendo a mi alrededor, poniendo atención en los pasajeros. Ese ejercicio tiró de mi. Te lo agradezco muchísimo. Disfruté un montón del vuelo y di muchas gracias a Dios por haber volado de nuevo.

- Al día siguiente volé por segunda vez (de La Coruña a Madrid). Iba muy animado después de haber superado el día difícil, el del primer vuelo. Estuve un poco incómodo antes de embarcar y también al sentarme en mi asiento, pero enseguida desaparecieron esos síntomas. Vuelo agradable y aterricé muy contento. Sentimiento de héroe.

- A principios de enero se me planteó un viaje a Canarias, programado para finales de mes. Sinceramente se me hizo cuesta arriba pensar en ese vuelo porque teníamos billetes para un vuelo nocturno de más de dos horas de duración. Intenté semanas antes de la fecha hacer un vuelo previo nocturno, tipo Madrid-Barcelona, a modo de simulacro, pero por diversas razones no pudo ser. Conseguí al menos cambiar los billetes de ida para volar de día y me tranquilizó los días previos al vuelo. Al ir acompañado de mi esposa los preparativos fueron más distraídos. El día del vuelo no fue de manual de "buen alumno", ni mucho menos: llegamos un poco apurados de tiempo a la T4, tuve que comprar unas bolsas para los frascos porque no nos dejaban pasarlos en el punto de control, apenas nos dio tiempo para comer algo antes de embarcar y por supuesto no pude hacer ejercicios previos de relajación, en fin, así fue. Pero fue un vuelo super agradable: pude hablar con mi mujer tranquilamente, rezar un montón, escribir, incluso intenté echar una cabezada. Traté de forma casi continuada durante todo el vuelo de respirar relajadamente, lo que me ayudó muchísimo. ¡Tremenda alegría al aterrizar y poder cantar victoria!

- El cuarto vuelo fue el de regreso de Gran Canaria hasta Madrid, pocos días después. Ese día estuve pensativo y con pocas ganas de volar. En el aeropuerto estuve nervioso pero con la compañía de mi esposa, todo bien. Por un error en las reservas íbamos en filas distintas pero no me agobió en absoluto. Fue un vuelo magnífico. ¡Qué espectáculo ver anochecer desde el aire, a 40.000 pies! ¡Cuánta belleza ha creado Dios! Incluso me había preparado una película para ver pero me falló la tableta. Me dio igual. Respiré tranquilo y miré desde el cielo las luces de ciudades y pueblos conforme nos acercábamos a Barajas.

Quiero agradecer a Mari Luz todo su esfuerzo y dedicación para ayudarme a superar esta situación que llevaba arrastrando desde hace más de 19 años y que pensaba era insalvable. Pero es necesario tesón, confiar en los demás, dejarse ayudar, luchar y ¡a por ello!

Joaquín

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